miércoles, 17 de diciembre de 2008

"La Daga" de Philip Pullman

El segundo libro de la trilogía La Materia Oscura de Philip Pullman. En este libro continuará la historia que vimos en el primer libro, Luces del Norte.
Un libro muy bueno, que nos presenta muchas aventuras y misterio.

SINOPSIS:

Como les dije en el post de Luces del Norte, éste es un fragmento de un artículo mío que hice para el boletín online Leyani, específicamente en el número 2 y si desean pueden leerlo completo ahí, además de otros artículos muy buenos (la descarga es gratuita).Ahora sí, los dejo con la sinopsis del libro.

En el final de la primera parte, Lyra había ingresado a un mundo nuevo. Lyra, llega a una ciudad llamada Cittàgazze, esta ciudad pertenece al nuevo mundo al que ingresó la protagonista. Pero lo más inquietante del lugar es que no hay personas adultas.
En esta ciudad, Lyra conocerá a Will quien, al igual que ella, proviene de otro mundo: no del mundo de Lyra, ni de este nuevo mundo, sino de un lugar que todos conocemos, nuestro mundo.
Will es un niño que ha matado a un hombre por proteger a su madre. Luego, decide huir y buscar a su padre. Sin embargo, llegará a este nuevo mundo. Ahí conocerá a Lyra y se convertirá en el portador de la Daga, que es una especie de espada capaz de cortar el fino velo que separa a un mundo de otro.
En esta segunda parte de la trilogía, Will y Lyra vivirán muchas aventuras, pero también desventuras: conocerán a la enigmática Mary Malone, una ex monja católica que está investigando la Materia Oscura; Will encontrará a su padre, quien después será asesinado; mientras que Lyra será secuestrada por su madre, quien ha averiguado por una profecía, que la niña será la próxima Eva. Al final de esta parte de la historia, unos ángeles indican a Will que lleve la Daga a lord Asriel, sin embargo, el protagonista no está seguro de lo que desea hacer.

FRAGMENTO:

El siguiente fragmento pertenece al capítulo 15: Musgo de la sangre.

Click para ver fragmento [+/-]


    Cuando se disponía a enfilar el último pequeño barranco que lo conduciría al sitio donde dormía Lyra, se detuvo en seco. En la oscuridad distinguió dos hombres, inmóviles, como si lo esperaran. Will posó la mano en la daga.
    —¿Eres el niño de la daga? —inquirió uno. Su voz guardaba una extraña semejanza con aquellos aleteos que había oído, y Will dedujo que no se trataba de un ser humano.
    —¿Quiénes son? —preguntó—. ¿Son hombres o...?
    —No, hombres no. Somos Vigilantes. Bene elim. En tu lengua, ángeles. Otros ángeles tienen otras funciones y otros poderes. Nuestro cometido es simple: te necesitamos a ti. Hemos seguido al chamán durante todo su viaje, confiando en que nos conduciría hasta ti, y así ha sido. Y ahora hemos acudido para guiarte hasta lord Asriel.
    —¿Estuvieron con mi padre todo el tiempo? —En todo momento.
    —¿Lo sabía él? —En absoluto.
    —¿Por qué no intervinieron cuando la bruja lo atacó? ¿Por qué dejaron que lo matara?
    —Lo habríamos hecho, si hubiera ocurrido antes, pero su misión había concluido al habernos llevado hasta ti.
    Will se abstuvo de hacer ningún comentario. Tenía un torbellino en la cabeza; aquello no era más difícil de comprender que el resto.
    —De acuerdo —aceptó por fin—, les acompañaré, pero primero debo despertar a Lyra.
    Se apartaron hacia un lado para franquearle el paso y Will notó un hormigueo en el aire al caminar junto a ellos, pero no le concedió mayor importancia, concentrado en descender por la ladera y llegar a donde dormía Lyra.
    Sin embargo, algo lo hizo detenerse.
    En la penumbra, advirtió que las brujas que montaban vigilancia en torno a Lyra, sentadas o de pie, parecían estatuas, con la salvedad de que respiraban, el único signo de vida que manifestaban. En el suelo yacían también varios cuerpos vestidos con seda negra que le dieron la clave de lo que debía de haber sucedido. Sin duda habían sido atacadas en pleno vuelo por los espantos y habían hallado la muerte al caer, víctimas de la indiferencia.
    Pero...
    —¿Dónde está Lyra? —preguntó.
    No había nadie bajo el saliente de la roca. Lyra había desaparecido. Observó que donde antes dormía la niña yacía ahora su pequeña mochila de lona; sólo por el peso Will concluyó que el aletiómetro seguía dentro.
    Meneó la cabeza sin dar crédito a lo sucedido. Lyra había desaparecido, la habían capturado. Había perdido a Lyra.
    Los dos bene elim, que no se habían movido, le hablaron de nuevo:
    —Debes venir con nosotros sin demora. Lord Asriel te necesita ahora mismo. El poder del enemigo crece en cuestión de minutos. El chamán te ha explicado tu misión; debes seguirnos y ayudarnos a ganar. Acompáñanos. Ven por aquí. Vamos.
    Will miró a los ángeles, luego la mochila de Lyra, y una vez más a aquellas criaturas, cuyas palabras no acertaba a comprender.


Un libro recomendable y que podría ser una opción para regalar en Navidad.

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